En aquellos tiempos inocentes en los que iba a la primaria, había algunas cosas que siempre tenía de costumbre hacer. Llegaba de la escuela, miraba Dragon Ball por Magic Kids (de hecho miraba muchísima TV, prácticamente absorbía Nickelodeon y Cartoon Network), a la tarde me iba a lo de mi abu, jugaba con mis amiguitos de la cuadra, etc. Pero todos los lunes al mediodía esperaba a que llegara mi viejo del laburo con la revista Genios.
Por $2,50 (qué tiempos aquellos...) la revistita era una opción más cool y más barata que Billiken (que siempre me pareció re careta por esa razón), y reemplazaba a la desaparecida Anteojito. Y las promociones! Ahora que recuerdo, tengo desparramados por mi habitación una banda de aparatitos importados que se canjeaban bien baratos por los cupones de la revista (mi mamá siempre puteó a Clarín porque decía que con esas porquerías estaban lavando plata, nunca le entendí que quería decir en ese entonces...).
Tengo el radioreloj despertador, el traductor (pero no prende, mi vieja lo metió al lavarropas con el guardapolvo), el reloj de pulsera con radio (lo llevé a la playa y tampoco prendió más), el discman (que extrañamente sí sigue andando, una ganga por veintipico pesos de aquel momento), y demases...
Pero más allá de todas las porquerías importadas que te daban, la revista estaba buena. Traía muchisimos suplementos para el colegio, historietas, libritos, juegos, etc. Y hacía los contenidos escolares un poco más pasables...
Hasta creo que influyó bastante a que me volcara por las carreras científicas. Los suplementos de historia y lengua los tiré a la mierda, nunca los leí, pero los de astronomía, biología y fisicoquímica me encantaban (quién diría que me incentivaron a ser la nerd que soy).
Bueno, a lo que iba concretamente, es que entre tantas de las promociones y concursos que traía Genios, durante la 2da mitad del año 1999 la propuesta era llenar una caja de cartón que venía con la revista, y colocar cosas para luego dejarlas dentro de 10 años y abrirla. Una cápsula del tiempo, bah. No me acuerdo qué cuernos metí adentro, creo que algunas piedras (porque pensaba que en el futuro no iba a haber piedras), un casette (piedras no, pero seguro que pasacasettes sí) algunas fichas que venían con la revista y ahí se termina mi memoria...
La caja siempre estuvo cerrada en el fondo del ropero, abajo de ropa y zapatos, por ahí me agarraba la tentación abrirla pero la dejé así como estaba. Ahora faltan 2 semanas para abrirla y me empezó a picar la curiosidad. uscando en internet (bendita internet) encontré que no solo yo sino muchos chicos también están en la espera para abrir la cajita (Y Obveo, hay
grupo de Facebook, gor) . No se si fue la intención, pero todo esto se convirtió en una especie de reducto de la niñez noventosa. O por lo menos a mí me parece así.
A su vez, uno se da cuenta de que ya está grande (o viejo) cuando se empieza a poner nostálgico. También uno se pone intolerante e hinchapelotas, pero no va al caso...
Bueno! En 2 semanas posteo que había adentro de la susodicha caja :)
